10. Adventureland
La notable primera mitad de Hazme reír nos ha venido ha demostrar que todo el invento de la factoría Apatow y de la nueva comedia americana tenía mucha menos gracia de lo que parecía. En esta producción de escaso éxito, Greg Mottola parece olvidarse de la parte humorística de Supersalidos para centrarse en la melancólica, que de hecho era mucho más interesante.
9. Vals con Bashir
Mostrar los horrores de la guerra de una manera diferente y creativa. Ese es el principal logro de este pseudodocumental animado del cineasta Ari Folman. Hacia su final, se desvela el terrible contraplano de las imágenes de archivo, de desagradable e imborrable recuerdo.
8. Si la cosa funciona
Aunque defensor de sus películas europeas, reconozco que echaba de menos al Woody Allen de siempre, al neoyorkino. Aquel que le habla directamente a la cámara para decir exactamente lo mismo que hace tres décadas, pero haciéndonos reir igual. Y es que este Ingmar Bergman de andar por casa termina siempre siendo responsable de uno de los mejores ratos de cada año.
7. Déjame Entrar
Es mucho más que Crepúsculo en buena. Tomas Alfredson ha construido una extraordinaria historia de amor, y lo ha hecho además con una puesta en escena sugerente, con un constante uso del espacio en off. Solo queda esperar que no la destrocen mucho en el remake hollywoodiense que están preparando.
6. Still Walking (Caminando)
Heredero de los maestros del cine nipón, Hirokazu Kore-eda ha construido su película en torno a una anécdota argumental mínima. A partir de ahí, se centra en los detalles y en las emociones con sutileza y efectividad. No solo es de las mejores películas del año, sino de aquellas que van creciendo poco a poco en el recuerdo.
5. Revolutionary Road
Se ha acusado a Sam Mendes de ser un esteticista, al que importan menos los contenidos que la forma de plasmarlos. Me posiciono totalmente en contra de esas afirmaciones: su adaptación de la excelente novela de Richard Yates te deja con el corazón en un puño, y lo hace gracias a la cuidada labor de puesta en escena y al desatado talento de sus actores.
4. Malditos Bastardos
Quentin Tarantino sigue llevando a nuevos límites sus rasgos estilísticos con cada nueva película. Sin embargo, allí donde Death Proof solo tenía interés en un sentido metalingüístico, Malditos Bastardos es una epopeya disfrutable y dispone de un derroche de virtudes, además de un mensaje brutal: el cine puede servir de venganza y lo que es más grave, puede derrotar a la Historia.
3. Up
No le voy a dar dos años seguidos el primer puesto a Pixar, pero casi. Up es un tratado colosal de creación de personajes y de emociones absolutamente dispares. Afrontando sin ningún reparo temas como la muerte y la vejez, Pete Docter (Monstruos S.A.) se supera a sí mismo y vuela como la casa del Sr. Fredricksen por encima del resto de creadores de cine de animación.
2. Gran Torino
Clint Eastwood se cuela entre los pliegues de su filmografía y de su propia figura para crear un fresco sobre la actualidad moral de su país. Es admirable como descuida los aspectos formales persiguiendo el triunfo de su contenido, algo que termina logrando con rotundidad.
1. La clase (Entre les Murs)
La clase es una película sobre un tema tan fundamental en estos tiempos de crisis económica (y de valores) como es la educación. El francés Laurent Cantet se introduce en un instituto y deja en la narración trazos procedentes del documental. Aunque no hay discurso moral alguno ni subrayados innecesarios, el diálogo es designado como el mejor y único camino para la enseñanza.
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